martes, 31 de marzo de 2015

DIARIO DE CAMPO 5

Observación clase número 5

Viernes 20 de marzo de 2015

OBSERVACIÓN

REFLEXIÓN

La sesión de este día iba de 10:10 am a 12:00 del mediodía, pero en el colegio tuvieron un horario especial en el cual las horas eran de solo 45 minutos, por lo tanto la clase comenzó a las 9:30 am; afortunadamente pude llegar a tiempo. Los viernes quedaron estipulados como los días para dar desarrollo a mi propuesta pedagógica, por esta razón la actividad de esta clase estaba destinada a teorizar el concepto de cuento. Me pareció pertinente llevar a los estudiantes algunas lecturas que hablan sobre la lectura como el principio y fin de la escritura, donde se habla de la importancia de la lectura a la hora de escribir; además de comentarios de varios escritores sobre el tema. El paquete de copias contenía también un Decálogo para cuentistas del escritor Julio Ramón Ribeyro, que expone una especie de “consejos” para aquellos que exploran el mundo de la escritura. En este, se habla de la importancia de contar una historia de principio a fin pero sobre todo de la veracidad de la misma. A medida que les iba leyendo a los estudiantes el decálogo, iba enfatizando en lo que quería decir cada cosa, para que quedara clara la intención de pulir el cuento que a escribieron. También se leyeron algunos cuentos, que hacían parte del paquete de copias, y se discutieron las historias contadas en estos.  La idea de llevarles cuentos a los estudiantes surgió de la necesidad de mostrarles la forma en que se escribe cuento, algo así como ejemplificarles el cuento.
Este día los estudiantes estuvieron más inquietos que de costumbre. Fue necesario llamarles la atención varias veces porque estaban muy desordenados. Sin embargo, luego que vieron que no les iba a permitir tanto desorden, pues les hablé más fuerte de lo acostumbrado, se quedaron en silencio, aunque no muy animados. Por esto, les pregunté qué les pasaba y por qué no querían participar de la clase como lo hacían siempre, me respondieron que era porque no querían clases, que ya era viernes, que el lunes era festivo y, en fin, no querían hacer nada. Como vi que estaban muy dispersos, empecé a hacer más dinámica la lectura de los cuentos.
Les empecé a leer los cuentos de ellos mismos porque todos querían saber cómo les habían quedado y cuánto habían sacado. Les expliqué que esta primera nota era solo de entrega del cuento porque este es el primer borrador del mismo. Les iba leyendo y comparando la forma en que los escribieron con los cuentos que ya les había leído. Como a medida que les leía cambiaba la voz cuando había varios personajes y acentuaba bien cada palabra y  leí más fuerte, todos se quedaron un poco más atentos. Lo que tenía planeado era mezclar las lecturas de los cuentos de ellos con los de las copias, pero ellos insistieron en que les leyera los cuentos de ellos. Así lo hice, aunque solo alcancé a leer unos cuantos cuentos porque la clase se pasó muy rápida y en menos de nada se acabó. Así  culminé la actividad, aunque no logré realizar todas las lecturas que tenía programadas para hacer, así los estudiantes no hayan puesto mucha atención al principio, hacia el final por lo menos sabían de qué trababan los cuentos de ellos mismos y se entusiasmaban al comentarlos. Los estudiantes se pusieron felices cuando sonó el timbre, y yo me sentí tranquila.



Esta clase se me presentó como algo difícil pues desde el momento en que comenzó la clase y les dije a los estudiantes que íbamos a leer; mientras les repartía las copias, todos aludieron que no quería tener clase y mucho menos leer. Esto me hizo sentir en aprietos en seguida, pues enfatizar en la importancia de la lectura para poder escribir era el tema del día. De todas las clases que llevo hasta el momento, en esta es en la que los alumnos se han mostrado más dispersos y en desorden. Como la profesora Janeth  ese día estaba incapacitada no pudo asistir al salón y estuve sola todo el tiempo. Afortunadamente, luego de discutir con todos que no era necesario estar tan inquietos solo porque era fin de semana festivo, los alumnos pusieron un poco más de atención y me fue posible culminar la actividad tal y como la tenía planeada. Hacia el final de la clase, me di cuenta que a los estudiantes les causa más entusiasmo, muchas veces, el discutir de manera más amena y directa con el profesor, que solo sentarse a escucharlo. Cuando les empecé a preguntar qué les pasaba, algunos se sintieron inquietos por mis preguntas. Se me ocurre que esperaban que yo los ignorara de la misma manera en que ellos lo hacían conmigo y cuando se dieron cuenta que más que leer por leer yo quería que ellos disfrutaran y participaran de las lecturas; de otra manera no tenía sentido la actividad, fue que empezaron a prestar atención. Considero que lograr este trato directo con los estudiantes, conservando obviamente las distancias necesarias, contribuye a una mejor comprensión de los contenidos, ya que los estudiantes participan con más interés. Hacia el final, solo quería que la clase finalizara, por esto fue un alivio cuando sonó el timbre.



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